ace

martes, 24 de mayo de 2011

¿Cómo convertirnos en un instrumento de paz?

  REFLEXIONES

Cuando se aproximaba el segundo milenio, ciertas sectas religiosas, incluso, la misma Iglesia, declararon con bombos y platillos, que ya venía para la humanidad una edad de paz. Obviamente, tal afirmación no dejó de ser un terrible adefesio, porque nos preguntamos y preguntamos a nuestros semejantes: ¿De dónde vamos nosotros a sacar esa edad de paz? ¿Con todo esos egos del egoísmo, de la codicia, de la crueldad, de la perversidad, del asesinato, de la venganza, del odio, de la ira, de la explotación del hombre por el hombre, etc., etc.? Nos pareció siempre que tal sueño, sólo era eso, mero sueño; algo imposible, absurdo…
EL MUNDO NO CONOCE LA PAZ
No es posible realmente una edad de paz y de amor en tanto no hayamos
desintegrado los elementos inhumanos e infrahumanos que cargamos en nuestra psiquis.
¿Cómo podría haber paz sobre la faz de la tierra, si cada uno de nosotros lleva dentro los elementos que producen guerras? Incuestionablemente, sería imposible crear una edad de paz en estas circunstancias; el Ego animal no puede jamás crear una edad de paz…
Obviamente, debemos aniquilar al Ego animal de momento en momento; sólo así adviene la paz. Empero, ¿las multitudes qué? Si el conglomerado social está cargado de Egos perversos, malvados, ignominiosos, ¿de dónde vamos a sacar esa edad de paz?
¿Quién la edificaría? Reflexionad, amable lector (a).
Sólo el SER (el Dios Íntimo) puede originar poderosas civilizaciones de paz; sólo aquellos que hayan eliminado el Ego animal en sí mismos podrán tener paz en su corazón tranquilo. Cuando nosotros hayamos eliminado radicalmente el Ego, sólo quedará en nuestro interior el SER, lo Divinal, eso que es perfecto. Créanos, amable lector (a), que el Ego nos hace feos en el sentido más completo de la palabra.
Aquellos que llevan dentro el Ego, indubitablemente irradian ondas de izquierda, sinistras, tenebrosas, abominables. Cuando se ha realizado la aniquilación del Ego, solamente queda en el interior de cada cual, en el interior profundo, la belleza y de esa belleza mana eso que se llama paz. ¿Cómo podríamos nosotros hoy sinceramente, irradiar la paz, si llevamos dentro el Ego? Es necesario que el Ego sea destruido para que en nosotros quede únicamente la paz.
Necesitamos hacer una verdadera Revolución Espiritual, que es en sí, una Revolución Ética, o sea, el pleno desarrollo de los valores humanos, esenciales para alcanzar la paz. Desgraciadamente las gentes no entienden lo que estamos diciendo porque están dormidas. Nosotros propugnamos por el despertar de la Conciencia, sólo así es posible obtener la paz. Nadie puede hacer ese trabajo por nosotros; nadie nos puede reemplazar; nos toca a nosotros mismos enfrentar la dura tarea de cristalizar la paz dentro de sí, aquí y ahora.
El Ego, los siete pecados capitales del cristianismo, son los principales obstáculos para la paz. Esos pecados son tan poderosos que pueden invadir completamente la mente, y originar toda clase de conflictos, violaciones, guerras, revoluciones de sangre y aguardiente; siembra enemistades, problemas… El ego es quien desune, traiciona y establece anarquía entre la pobre humanidad doliente. El egoísmo, la traición y la falta de hermandad han dividido a la humanidad.
El Ego no fue creado por Dios ni por el Espíritu, ni por la Materia. El Ego fue creado por nuestra propia mente y dejará de existir cuando lo hayamos comprendido totalmente en todos los niveles de la mente. Sólo a través de la recta acción, recta meditación, recta voluntad, rectos medios de vida, recto esfuerzo y recta memoria, podemos disolver el Ego. Es urgente comprender a fondo todo esto si realmente queremos la paz.
Es urgente saber vivir. Cuando el Ego se disuelve adviene a nosotros la Gran Realidad, la paz verdadera, “Aquello” que no tiene nombre. Conforme eliminamos el Ego de instante en instante, la concordia entre los hombres se va desarrollando lentamente. Conforme disolvemos el Ego de instante en instante, el sentido de la cooperación va desplazando totalmente al sentido de la competencia. Conforme aniquilamos el Ego de momento en momento, la buena voluntad va desplazando poco a poco, a la mala voluntad. De esta manera va surgiendo la paz del corazón tranquilo.
Es imposible lograr la paz en nuestra psiquis si excluimos la aniquilación de los siete pecados capitales.
En Gnosis se sabe que para poder crear la paz hay que eliminar los factores que producen la guerra: odio, violencia, egoísmo, codicia, subir al tope y hacernos sentir, recelos, etcétera. Cuando el hermano Francisco de Asís pedía a su Cristo Interno:
“Señor, hazme instrumento de Paz”, pedía la eliminación de esos elementos psíquicos abominables. Hay una sentencia que dice: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
Podemos pasarnos siglos, como ha sucedido, rogándole a Dios por la Paz, pero no producimos una acción recta para eliminar esos demonios psíquicos que producen guerras; entonces no habrá paz; porque si pensamos: “Dios es Paz” eso es correcto, pero nosotros no demostramos con hechos evidentes, claros y meridianos, que queremos paz.
“Hechos son hechos y ante los hechos tenemos que rendirnos”. Cuando produzcamos el hecho meridiano de eliminar los elementos infrahumanos que producen las guerras, entonces, seremos instrumentos, idóneos, capacitados de Paz.
¿Cómo puede haber paz dentro de nosotros si cargamos en nuestra manera de pensar y sentir, el egoísmo, la violencia, el odio, etc.? Sólo eliminando esos “Yoes”, verdaderos demonios dentro de nosotros, podemos edificar la paz. Y esos elementos se eliminan cuando los descubrimos a través de la Auto-observación, cuando luego los comprendemos a través de la Reflexión Evidente del Ser, cuando después de comprenderlos, rogamos, suplicamos, con todas las fuerzas de nuestra Alma y de nuestro Corazón a nuestra Divina Madre particular que nos elimine ese “Yo” que hemos comprendido.
Si Ella nos elimina el egoísmo, por ejemplo, cristalizará en nosotros el Altruismo; si nos elimina la envidia poseeremos la Alegría por el bien ajeno; si nos desintegra el odio cristalizará en uno, el Amor; si nos elimina el orgullo se manifestará en nosotros de manera espontánea la Humildad; si Ella nos elimina la inercia, la pereza, cristalizará en nuestra humana persona, la Diligencia, el Dinamismo.
Ya en posesión de esas facultades y virtudes del Ser, entonces advendrá la
sustancia sagrada de la Paz, y cristalizará dentro de nosotros y nosotros podremos darla.
Recuerde: “Nadie puede dar de lo que no tiene”. La Paz es Sagrada y no una mera tesis intelectual de ignorantes ilustrados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario